Hoy voy a hablar de unos conceptos que no somos capaces de
asumir, palabras que pensamos que solo existen en las películas americanas
tales como la reputación, la popularidad o la fama. Si preguntas a la gente a
ver si les importa lo que piensen los demás seguramente responderán que no, o
que no mucho. Dicen: “Por favor… Cómo me va a importar lo que piensen de mí… Yo
hago lo que quiero” algunos pocos dirán la verdad y otros muchos no, mientras
que otro puñado de personas contestaran con un sincero “sí, me importa”.
En mi opinión no deberíamos de estar pendientes de lo que piensen o digan de nosotros, tendríamos que tener la libertad de hacer lo que queramos sin pensar en el qué dirán, pero desgraciadamente la convivencia con los demás nos obliga a ser víctimas de estos opresivos conceptos, sobre todo si queremos relacionarnos con el resto de la gente.
Cuando hablamos de gente hablamos de un grupo heterogéneo donde cada persona es un caso particular, pero en el que se puede hacer una simple distinción: las medusas que se dejan llevar por las corrientes sin fijar su propio rumbo y los salmones que son capaces de nadar a contracorriente para llegar a donde quieran sin que importen los obstáculos del camino.
Mis sentimientos hacia personas que te juzgan por una reputación o actos que
has hecho en tu vida no son de odio, si no de lástima, gente que vive en su
coraza fortalecida de cuentos chinos e historietas de guerra con miedo a
conocer el mundo desde su propio punto de vista. A mi juicio son gente que no
merece la pena, medusas, por lo que lo malo que puedan decir de mí o lo que
piensen me trae sin cuidado.
En principio se puede decir que esas personas no te afectan porque
no te importan, pero las que sí importan están expuestas a meterse en una
piscina llena de medusas por lo que tienen el riesgo ser picadas y al final,
indirectamente, sí que te afecta.
Entonces, ¿nuestra libertad está limitada por una sociedad
intolerante y cruel que impide que hagamos lo que nos plazca sin consecuencias?
Desgraciadamente se puede decir que sí, aunque podemos tener la suerte de no
estar rodeado de demasiadas medusas, o de encontrase con otros salmones que
sigan tu mismo camino.
En definitiva, no tenemos que perder nuestro orgullo y
personalidad tan fácilmente para estar en lo más alto de la sociedad, esto no
es “American Pie” ni “High School Musical”, la única película donde somos
protagonistas es el largometraje más realista que veremos nunca, nuestra propia
vida. Aunque sin salirse mucho del guión, aportar en esas chorradas puede ser
beneficioso, pero no debemos olvidar quienes somos y cuales son nuestros
deseos.
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