Oh, el amor...
Dicen las malas lenguas que el amor es un estado en el que
todo lo de alrededor pierde importancia, eclipsado por el ser amado.
Bueeeeeeeno... Pues qué quieres que te diga... Parte de razón tiene, pero no es
plan de ser una seta de la vida adorando a un champiñón.
Pongámonos en contexto: ¿Cuál es el valor más importante de
la vida? Yo presento mi candidatura por la felicidad, un término que puede
tomar millones de caminos diferentes, pero sin embargo tiene finalidades tan
simples como disfrutar del momento, sentirse a gusto con uno mismo, con lo que
haces o con tu entorno. En otras palabras, ¿qué es lo que da sentido a la
vida? ¿Vivirla para aumentar las estadísticas de esperanza de vida? ¿Respirar
el oxígeno de la tierra para devolverle carbono dióxido? El sentido de la vida consiste
en disfrutar de ella y el amor es el camino para llevarlo a cabo.
Es bonito cuando tienes a alguien a quien tienes un afecto
especial; es verdad que el resto pierde importancia: al fin y al cabo, las
cosas buenas de la vida deberían eclipsar las malas, pero tampoco debemos
olvidarlas, ya que nos hacen valorar más lo bueno. La felicidad no tiene
límites, y es por eso que uno puede amar de distintas maneras, a distintas
personas, lugares o acciones. La vida viene y va, y aunque sea bonito amar con
tanta intensidad, no podemos depender solamente de un pilar para soportar
nuestra existencia: hay que amar muchas cosas; no solo por tener otras cosas a
las que aferrarse cuando tu plan principal falle, sino también por incrementar
las cosas que nos hacen felices. El límite entre la ambición y la avaricia a la
hora de adquirir felicidad lo marca la felicidad de los demás, que
indirectamente nos afecta porque es algo que se transmite con facilidad.
Muchas veces, la gente peca de precipitarse al decir que
alguien no ha amado porque no ha tenido pareja o porque no se ha liado con
nadie, pero puede que esa persona se apasione con lo que hace, que tenga unas
amistades entrañables, que disfrute de las pequeñas cosas de la vida como
puede ser estar tirado en el sofá, tener un perro, ayudar a las personas que
lo necesitan, sacar una sonrisa a la gente, etc. Si consigue disfrutar con esas
pequeñas cosas, será más feliz que muchos supuestos tortolitos que se supone
que han encontrado a su media naranja, concepto, por cierto, que me parece muy
surrealista, ya que muy simple tiene que ser la persona como para equipararse
con una simplona media naranja; qué pobre...
Yo me autodenominaría macedonia incompleta, la cual puede
mezclarse con otras frutas distintas que hagan de la mezcla una delicia. El ser
humano es complejo. La complejidad depende de la persona y esta necesita frutas
amargas, dulces, agrias, secas, jugosas...todo en función de la mezcla y del
gusto.
Doy por hecho que a cada individuo le gusta su propia
macedonia, es decir, que tiene amor propio. Si algo hay seguro en esta vida es
que el fallarte a ti mismo depende de ti, y qué mejor pilar que el tuyo propio
para garantizar la integridad de tu estructura. Depender de los demás puede ser
traicionero; toda decisión conlleva su riesgo y si falla, el montaje puede
venirse abajo, cosa que no impide que podamos volver a construirlo: todo
dependerá del riesgo que tomemos y del éxito de nuestras decisiones.
Hay que tener en cuenta varios conceptos muy ligados a este
tema, que curiosamente son algunas de mis palabras favoritas. Por un lado tenemos el concepto de
aportar, que consiste en actuar en beneficio de algo o alguien (tú incluido), como puede ser ver una peli que te haga pensar, reír o pasar un rato
entretenido, ayudar a una señora mayor a cruzar un paso de cebra, crear
ambiente entre tus amigos haciendo el subnormal, etc. El fin de estas acciones
es sentirse realizado: hacer feliz a la gente te hace feliz a ti.
Muchas veces, a la hora de aportar, hacemos cosas que a
priori no nos gustan. Es entonces cuando entra en acción la actitud. Actitud es
amar lo que haces, te guste más o menos, hacerlo con ganas, convicción y
optimismo. ¿Podría decir que es una manera de auto engañarse? Más bien es una
forma de ver el lado positivo de las cosas, potenciarlas y amarlas.
Como en toda película, el concepto de aportar también tiene
un antagonista: perder el tiempo. El dejar pasar el tiempo sin aportar y sin el
estado de satisfacción no mola... Aunque también es verdad que darse cuenta de
que no aprovechas el tiempo es una buena forma de rebelarse y practicar la
famosa frase de "Carpe diem" (aprovecha el momento).
Hay que ser ambiciosos con la búsqueda de la felicidad,
siempre y cuando valoremos y disfrutemos de lo que tenemos (este debe ser el
primer paso siempre). Imaginaos que siendo muy felices, conseguir ser todavía
más feliz... Te aproximas a la altura de los dioses!!
La vida está para vivirla. Desgraciada o
afortunadamente, no sabemos los disgustos que nos puede dar, por lo que no
sabremos si mañana podremos disfrutar de lo que disfrutamos hoy. Recordar que
el amor, más que un estado (enamorado), es una acción (la acción de amar), y hacer
el amor es su máxima expresión. Dicho esto, no queda otra que disfrutar del
momento, amar a las personas, amar lo que hacemos y amar a la vida. Alegríííaa
!! :) :)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Ilustra al mundo con tu opinión!